
Mi alma se fue de viaje, y dejo este cuerpo entre sombras de sangre, en los ojos...
con gritos chocando contra cada centímetro de esta piel que me saqué a tirones el otro día, la otra tarde, una noche cualquiera, quizá fue ayer, quizá hace un año, quizá nací así, quizá cuando le compraste el boleto a mi alma, quizá cuando se fue lejos de mí.
Se llevó los sueños muy lejos, y dejo violines llorando aquí adentro. Sí mis signos vitales son respirar imágenes que queman, un corazón que se agita de miedo, apunto de saltar al vacío, unos pies que vagan, y unos ojos que lloran cenizas, porque hasta las lágrimas se reduce a cenizas, cuando las venas se incendian... entonces sigo viva.
Sigo sintiendo el silencio oprimido en el pecho, sigo muriendo, sin morir, a cada instante.
Soñé con la palabra suicidio... Estaba escrita en la ventana de mi suelo... Estaba escrita en la ventana de mi suelo... y mis cenizas se tendieron en las sombras de las lágrimas tatuadas en la triste ventana... quedaron a mirar un nuevo atardecer rojo, un nuevo atardecer que le abre las puertas a estas noches, donde nunca amanece...