
Leonardo...
La noche tatuó una eternidad en tu boca
la lejanía mutiló esperanzas
desgarró sentires...
Llantos que queman
se fugaron de tus ojos
para quemar los míos...
Duele la ausencia latente
la presencia que se queda en mis brazos
pero que tomó su maleta
para dejar huellas en corazones
huellas imborrables, de ojos oscuros...
No sé que temores
amarraron tus brazos
No sé que dolores
mataron tus sonrisas
No sé que mantO
te empapó de frío
No sé que boleto tomaste,
que noche te marchaste...
Te tengo aquí
y no te siento...
Me duele, me abraza la nostalgia
tu voz se quedó grabada en mí
los por qué me aturden...
Esto duele, Leonardo...
Quisiera abrazarte
y tengo solo recuerdos...
No haré reproches
como arquitecto de tu vida
eres dueño de pintar tu final
pero no me pidas que no llore
que lo entienda
que me calme
qué me deje de doler...
Te aprendí a querer
y sé que me quisiste...
Ay muerte de ojos grises
y mirada negra...
Ay muerte, que me duele tanto...
Te dejo un lugar en mis recuerdos
para mantenerte con vida
a mi lado...
Leonardo, Leonardo...
Abrázame con tu lejanía de estrella,
con tu mirada profunda...
Con la mirada que quiero recordar...
Te fuiste a volar...
Nunca, pero nunca te he olvidar...
La distancia duele, acostumbrarse a vivir sin su mirada es simplemente sobrevivir, pero a fuerza de sobrevivir la vida te muestra más cosas y de nuevo se enciende el interruptor de los sueños y otro nombre se extiende entre tus brazos
ResponderEliminarUn beso en una noche lluviosa
Ana
Sí, mis ojos se acostumbraran a la ausencia, y de poco comenzaran a tener fortaleza y sueños otra vez...
ResponderEliminarMe sorprende tu fildelidad! Muchas gracias, y un abrazo desde la noche llena de réplicas de Chile...