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sábado, 5 de junio de 2010

Un grito de hombre rasguñando la escalera de la vida.
Los segundos moribundos, en la boca...
desarmada la vida
fisurados los huesos...
Las defensas escondidas tan dentro de la tierra
tan sangradas y olvidadas...
no queda nada.

Soy la que lo perdió todo
y adentro, muy adentro
aún están los gritos
mientras que en las párades
llora el silencio...

Niebla en los ojos
telarañas en el alma.

Mis pies se congelan, retrocen, se aprisionan...
El recuerdo de sus zapatos, me come la boca...

Loca, muy loca.

Espejos vacíos, ya murió el reflejo.
Y se suavizan los colores de los besos
en el atardecer de luna
que nos separa...
Nunca existió un mañana...

La lluvia golpea el cuerpo lastimado
y la noche inmensa, llora a sus pies...
cuando no queda nada.
Cuando el otoño llora
y el invierno avanza...
Besos, vapor y olvido.

El tacto se pierde
y se adormece el sol
en mi arena...

jueves, 3 de junio de 2010

algo que no sean recuerdos. algo que no sea tristeza. algo qué pueda hacer... y no de nuevo, todo se traduzca a impotencia.
el velo de dolor, las caricias que nunca fueron caricias...
y el silencio que me duele hoy.

martes, 1 de junio de 2010

Desolada...

Verte...
Los ojos y su ráfaga de olvido
el pintor que se llevó tus colores
la habitación y su hálito de frío...
Las sombras constantes
El murmullo de olas, rompiendo
en la arena que conserva el ayer…
Tantas hojas cayendo
Tantas cenizas muriendo…
Se escondían dolores
Cual pájaros que huyen
Entre tanta ola…
Entre tanta tristeza vestida de océano…
Entre tanta sal con olor a soledad…

El corazón y su lluvia de viento...
Verte...
Entre la niebla que han dibujado las cadenas
Entre las lágrimas que se esconden en la arena…
La brisa traspasando el cuerpo vacío
Las velas al fondo de los ojos
muy lejos, muy callada…
El gris de una mirada
El silencio austero de consuelo
Ávido de gritos y desiertos…

Un adiós marchito en las entrañas
Una isla en el fondo del corazón
Donde muere ella, donde sangra ella…
Los latidos de la rutina
Parecen los del reloj olvidado.
Las telarañas y las ruinas
Las lágrimas que lastiman
Y parece que ya, no calman nada…

La noche entera golpeando su cuerpo
Arañando heridas
El humo del cigarro, que adormece
La vida…
Desolada…

lunes, 31 de mayo de 2010

Un café...

Tanto ruido, tantas consonantes chocando aquí a dentro, los vidrios de los recuerdos, encadenados en las sombras de unos pasos grises. Sangra el desfile interminable, de la sangre asustada, que no se arrojó al río.
Una pluma, en el vértice de unos ojos, que nunca han llorado, pero son océanos de ayer.
Lastimado, lastimada.
Una vela, un recuerdo esfumado, una nube de ojos claros, y aún así, sé qué la tormenta es inevitable...
Cae la nieve a los huesos. El huracán de rabia, culpará de nuevo a mi piel... y me sangrarán hasta las comas... y los puntos suspensivos, gritarán más que 8 años de luto. 
Cuándo pienso en gritarlo todo, y vaciar el alma, para ver sí así, dejo de sentirla herida, el miedo vuelve, y pareciera que de nuevo son sus manos, las que me ahogan y amenazan. Ya no tengo miedo a morir, no me asusta dejar de existir...
Pero no pierdo el miedo a sus manos....

Tráeme un café, para sentir calor otra vez, qué el invierno se apoderó hasta de mis sentidos. Tráeme un café, quizá así el olvido me despoje de todo. Tráeme un café... que la soledad no es sólo una palabra grave.
Tráeme un café, qué necesito sentir de nuevo qué estoy viva. Tráeme un café, qué será cómo abrazarme, y dejarme lista para seguir...
Una noche más, un desvelo nuevo...
Un café para sonreír, un café para seguir, un café para sobrevivir...
Un brindis de delirio y café, de noches grises y café, de desconsuelo y café...
Quizá logre escribir una sonrisa entre el vapor tibio de su olor endulzante, y su placer casi constante en la piel... Y mañana, será otra piel la que me vista...
Por favor, tráeme un café.
La sombra de mis ojos, será un velo de noche, pero tráme un café y todo estará mejor...
Siéntate al costado olvidado de mis lágrimas, y tomémonos un café...
Para suavizar el dolor... para ver volar el ayer, por la ventana triste. Y mañana sentir el amenecer al costado de la piel...
Tráeme un café... Sí, sí puede que sea una excusa para volverte a ver... Pero mientras, tráeme un café...

Bienvenido (a)

Como los primeros rayos del sol, al amanecer, medio tímidos tocando el cielo entre sus brazos... Así puede que me sienta, dispuesta a abrazarte con lo que más amo hacer, escribir.

Muchas gracias por estar aquí, entre mis sueños y desvelos.

Un abrazo,


Fran Joan Violet