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domingo, 20 de marzo de 2011

Se oscurece.
Se tiñe de ausencia el azul verdoso de las olas.
La sentencia de tu nombre habita mis entrañas.
Mientras otra ola va arropando el silencio de lágrimas.

Quererte.
Quererte incluso en esa lejanía de tus ojos, que calcina.

Hubo un recuerdo que llamaba a tu nombre.
Hubo cenizas que envolvieron el alma.
En un barco viejo donde se guardaba la última carta.
La esquelética promesa de la eternidad, antes del naufragio.

Hubo ojos que perdieron su refugio.
Hubo llantos certeros en el alma.
Dos gotas bebidas de rojo.
Y una llovizna vestida de aurora.
En los polos pendientes del amarse.

Hielos.
Quebradas.
Habitaciones inundadas de recuerdos.
Camas vacías.
Puertas gritando.
Tu nombre.
Mi nombre.
Y este vacío.

Este vacío que ha tatuado el quererte.
Este vacío de noches de ojos abiertos
Donde no está tu rostro para mirarte.

Mares enloquecidos.
Recuerdos esparcidos.
Estrellas fugaces y…
Vientos que lloran entre los mismos árboles
Que los vieron amarse.
Hoy en colores de otoño.

Ojalá el olvido bese los labios del alma.
Ojalá el quererte no me calcine.
Un último deseo:
Dejar de quererte.

Sonata para tus ojos, desde que no los tengo.
Adagio para tus labios, desde que me hacen falta.
Aria para tus manos, desde que se marcharon.
Concierto de violín y piano, desde que tu cuerpo y alma, me dejaron.

De fondo en el silencio desgarrado que grita

Un mar que esconde tu nombre
Mientras mis labios no hacen más que nombrarte…
Como si de esa forma pudiese olvidarte más pronto.
Como si de esa forma doliera un poquito menos.
Como si de esa forma dejara de estar herida.
Como si de esa forma, súbitamente, dejara de quererte.

Quererte es el eje de este sueño quebrajado.

De esta cercanía de luna.
De esta lluvia de mar.
De esta noche que oscurece mis sentidos.
De esta alma que naufraga.

Quererte es el eje de este concierto
Donde ha muerto la música
que escondían tus ojos para mí.

Y sin embargo, noche tras noche

Volver a quererte.
Esperando la estrella fugaz
Que me conceda el deseo de olvidarte.
De arrancarte de las raíces de lo que fui
Mientras existía-mos.

Cuando por quererte existía

Cuando existía para quererte.




Bienvenido (a)

Como los primeros rayos del sol, al amanecer, medio tímidos tocando el cielo entre sus brazos... Así puede que me sienta, dispuesta a abrazarte con lo que más amo hacer, escribir.

Muchas gracias por estar aquí, entre mis sueños y desvelos.

Un abrazo,


Fran Joan Violet