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sábado, 22 de octubre de 2011

Para Cecilia

¿Qué le pasa a esos ojos ausentes?
¿Dónde tiembla la vida en esa hecatombe de miradas?
Su miedo se siente descalzo y profano
Su alegoría de vida sin colores se resbala como lluvia en las ventanas
La ráfaga de un ayer que enluta todo, la habita.
Todo su hogar, toda su alma gritando.
Esa consonante de llanto en la memoria.

Y puede que yo también le tema
Puede que yo también esté transversalmente habitada de nieblas
De gritos, de sangre, de llanto, de miedos.

Se forman estruendos aquí a dentro
Siento en mis brazos aún su cuerpo llorar
Y el insomnio de sus pasos me aprisiona en un grito que no la libera.

domingo, 9 de octubre de 2011

Descifrarme, descubrirme, sentir el pulso habitarme.
La noche es frágil. Las cenizas y todo el tiempo.
Amar me salva.
Colibrí, selva, mar, pradera y campo.
Montaña, sueño y realidad.
Te amo.
Desnuda de temores, te amo.

domingo, 1 de mayo de 2011

Hay árboles dentro de mi corazón, que tienen la desolación y hermosura del otoño. Unas raíces azulosas y antiguas, quebrajadas e inmensas. Tienen un color como crujir de espanto ante la certeza de que hay personas que no volverán; y desgarrarse. Como ese último azul que estrena y pierde la noche a medida que no estás. Poseen una música de paseo por el mar, en un atardecer de gritos, violines y pájaros. Y una constelación de silencios, una milenaria.


Porque la noche nace en mis adioses y todo es mar y silencios; porque la herida tirita al resonar de tu nombre: en mi corazón también habita un mar, deseoso de ahogarme. Me enlutan las olas y paradójicamente me resucitan. A pesar de la certeza árida de que hay milenios y milenios de muertes y ningún resucitado.

Concurren esta noche el otoño de tu ausencia, el invierno de tu desesperanza, el reproche del silencio, la sangre que no cicatriza, para arrancarme los ojos y llevarlos al lugar donde te perdí. Necesito mirar de nuevo el cuadro, sin embargo, esta sensación de vacío y destrucción me tiene atrapada en una especie de limbo, donde ya no puedo mirarte, ni hacia atrás, ni hacia adelante.

Una estación de trenes y un puerto. Una sensación indómita de quitármelo todo, me invade. Siento que ya nada importa y como consecuencia de una noche de contracciones: me importas más que nunca, aunque eso realmente no cambie en nada las cosas. Ni las siluetas que se fueron. Ni las palabras que debieron asistir a ese lúgubre silencio. Después de aquél día, los pájaros emigraron a otro nido. Las olas sólo supieron de frío y perdieron, súbitamente, la esperanza de que alguna corriente trajera la sensación de milagro que tenían tus brazos.

Se derrumbaron uno a uno los pilares de una hermosa promesa, se destrozaron en el suelo de mi alma tus palabras. Quisiera encontrar la ecuación para borrar nuestros miedos. Sin embargo, aunque muchos los afirmen, yo lo niego: las matemáticas no son perfectas. No si no pueden traerte de vuelta a mis olas, antes de que empiece la tormenta que no sólo acabara con el recuerdo, sino también con la memoria.

Entre árboles, viento, mar y despedidas inconclusas, sé que debo irme para dejar de encontrarte. Sé que sólo quiero hallarte, sin embargo, sé que jamás he de buscarte. Reitero: en mi corazón habita un mar, deseoso de ahogarme.





miércoles, 13 de abril de 2011

Abril sin ti.

Perdí la cuenta de todas las lluvias que he vivido desde que no estás.
He perdido la noción de sentirme viva en el reflejo de unos ojos
desde que no estás para mirarme.

Anochece
el sol ha muerto
y yo asisto, temblorosa y pálida,
al entierro del fulgor de sus brazos.

No quedan cenizas
y yo me he revestido de muerte
en este siglo de tumbas.

Un silencio perforado de gritos.
Una tierra donde sangran los recuerdos.
Una ventana a punto de estallar junto a toda esta melancolía.

Un abril vestido de tu sombra lejana.
Un abril que duele.
Un abril que llora.
Un abril que se mece en despedidas.
Un abril de fuego.
Un abril de viento.
Un abril sin ti.

Versos sueltos de un carnaval sin nombre,
sin antifaz, sin disfraz.
Con la desnudez serena,
de quien no espera nada.

Yo aún no pierdo la esperanza de encontrarte
ni tampoco pierdo la costumbre de inventarte… en todos mis ojos.

Es sólo que… eres tan irreal.
Tanto.
Que te filtras por cada rincón de mi cuerpo
Y no te alcanzo.

Tu voz cerquita de mí
,poco a poco,
y contra mi voluntad: se apaga.

Anochece.
Se cierran las cortinas y las puertas.
Una tormenta se deja sentir en el mapa que trazaste,
tembloroso y mío…

No sé si estoy llorando
o son tus lágrimas las que aún asisten a mi cuerpo.

Aletean pájaros en la mirada.
Y sin embargo, no hay vuelos, se clausuraron todos.
Los espejos se quedaron vacíos.
Los poemas se suicidaron en mis manos
Y hoy me sangra cada vértebra de mi poesía.

Te quiero…
Te quiero música y silencio.
Te quiero cerca y -no- lejos.
Que esta lejanía se apodera de mis ojos
Y de mis gritos.

No puedo vivir esta lluvia
Sin tus manos para salir a caminar.
No quiero.
Se humedecen primero mis huesos
Luego mi sangre
e inundada de esta noche
bajo el concierto otoñal
de nostalgia,
asisto, asisto vacía
a la sonata que da cuenta
de cuanto te necesito.

No pediré que vuelvas.
No volveré a gritar.
No lloraré de nuevo.
Pero estoy segura, segura
Que siempre miraré la puerta
Con el deseo incrustados en los ojos
De verte entrar.

No digas nada, diré.
Hazme el amor
Que el amor me está des-haciendo.

viernes, 8 de abril de 2011

Tiene forma...

Tiene forma de silencio y de grito
Palpable en los bordes de sus entrañas.

Tiene forma de muerte y de mañana
De escombros azulados y momentos intoxicados.

Tiene forma de recuerdo
De ese que me tiene insomne el alma…

Tiene forma de tumba
De pájaros y sequías…
De sequías.

Tiene forma de huracán
Y de invierno.

Tiene forma de llanto
Y de mi tinta.

Tiene forma de otoño sin colores
Que es como morirse sin haber amado.

Tiene forma de aullido
De un secreto perforando los huesos

Tiene forma de desnudez desgarrada
De un muro destrozado
De una vida aniquilada.

Tiene forma de escombros
Tiene forma de súplica no escuchada.

Tiene forma de mí
Y de mi miedo.

Tiene forma de posibilidad
Y si vuelve a ser real
No podría siquiera… llorar.

Tiene forma de matarme…
Sólo necesita ser real.

domingo, 3 de abril de 2011

Pasillo de un hospital.

Recorro el mismo pasillo.

Y un escalofrío conocido me recorre desde la espalda, hasta el alma.
Observo las tétricas murallas.
Los eslabones suspendidos por algún letrero.
El vacío angustiaste y la impotencia de los corazones
que aguardan con una única esperanza, en las bancas.

No me atrevo a pronunciar ninguna palabra.
No me atrevo a sostenerle los ojos a nadie.
No me atrevo a escuchar alguna historia.

Aguardo.
Espero ver tus ojitos.
Tus sonrisas.
Tu cuerpecito.

Aguardo.
El frío continúa.
El reloj avanza.
La soledad invade.
Los recuerdos queman.
La incertidumbre perfora los huesos.
Alguien llora.
Y no me atrevo a mirar la procedencia
De aquel conmovedor, llanto.

Tanta muerte
Y tan poco consuelo.

Los pájaros aletean despedidas.

Los pañuelos se aferran a recuerdos.
La vida llora.
Los segundos consumen.
Los momentos gritan.
La salud escapándose por los poros de la piel.
Aquí ni siquiera hay ventanas
por susto a que la muerte entre,
pero en realidad,
lo que no llega es la vida...
La muerte ya habita en este pasillo
de despedidas...

Fran Joan Violette


sábado, 2 de abril de 2011

domingo, 20 de marzo de 2011

Se oscurece.
Se tiñe de ausencia el azul verdoso de las olas.
La sentencia de tu nombre habita mis entrañas.
Mientras otra ola va arropando el silencio de lágrimas.

Quererte.
Quererte incluso en esa lejanía de tus ojos, que calcina.

Hubo un recuerdo que llamaba a tu nombre.
Hubo cenizas que envolvieron el alma.
En un barco viejo donde se guardaba la última carta.
La esquelética promesa de la eternidad, antes del naufragio.

Hubo ojos que perdieron su refugio.
Hubo llantos certeros en el alma.
Dos gotas bebidas de rojo.
Y una llovizna vestida de aurora.
En los polos pendientes del amarse.

Hielos.
Quebradas.
Habitaciones inundadas de recuerdos.
Camas vacías.
Puertas gritando.
Tu nombre.
Mi nombre.
Y este vacío.

Este vacío que ha tatuado el quererte.
Este vacío de noches de ojos abiertos
Donde no está tu rostro para mirarte.

Mares enloquecidos.
Recuerdos esparcidos.
Estrellas fugaces y…
Vientos que lloran entre los mismos árboles
Que los vieron amarse.
Hoy en colores de otoño.

Ojalá el olvido bese los labios del alma.
Ojalá el quererte no me calcine.
Un último deseo:
Dejar de quererte.

Sonata para tus ojos, desde que no los tengo.
Adagio para tus labios, desde que me hacen falta.
Aria para tus manos, desde que se marcharon.
Concierto de violín y piano, desde que tu cuerpo y alma, me dejaron.

De fondo en el silencio desgarrado que grita

Un mar que esconde tu nombre
Mientras mis labios no hacen más que nombrarte…
Como si de esa forma pudiese olvidarte más pronto.
Como si de esa forma doliera un poquito menos.
Como si de esa forma dejara de estar herida.
Como si de esa forma, súbitamente, dejara de quererte.

Quererte es el eje de este sueño quebrajado.

De esta cercanía de luna.
De esta lluvia de mar.
De esta noche que oscurece mis sentidos.
De esta alma que naufraga.

Quererte es el eje de este concierto
Donde ha muerto la música
que escondían tus ojos para mí.

Y sin embargo, noche tras noche

Volver a quererte.
Esperando la estrella fugaz
Que me conceda el deseo de olvidarte.
De arrancarte de las raíces de lo que fui
Mientras existía-mos.

Cuando por quererte existía

Cuando existía para quererte.




martes, 1 de marzo de 2011

Me marché de algún lugar hace tiempo.

Ya no quedan ni las cenizas de aquellos momentos incendiados.
Ni siquiera las huellas de aquél camino.
Hoy tan recordado.

Hoy me desvanezco.
Hoy ya no soy.
Hoy ya no tengo fuerzas para ser.

Las horas vacilan en un ir y venir.
En un no encontrarte.

Un recuerdo concurrido por tu voz
Acaricia y desfigura las sonrisas
Las escasas sonrisas.

Los tiempos de lluvias floridas desaparecieron
Hoy duele.
Hoy todo duele.

Los vidrios esparcidos en los rincones del alma.
Los barcos hundidos.
Los remolinos donde dormía el viento.
Mis manos donde eran felices.

El mar que muere en mí
No es más que tu sola imagen a lo lejos.

Oleajes fallidos.
Vientos que me destrozan la cara.
Melodías que envuelven el alma
De llanto y de sangre.

Sangre.
Sangrar la noche entera.
Y sin embargo, aún respirar.

Hoy anochecen todos los océanos.
Sólo tú voz puede lograr que amanezca.
Mientras
El silencio consume.
Las llamas no son más que un espejismo.

martes, 22 de febrero de 2011

Eso también es morir.

No quedan palabras, dentro del abismo que dejaste.
Se quebraron una a una las consonante de este amarte.
Se estremecieron los cuatro vientos
Y empezó la catástrofe.

Se tropezó con mi voz
Que sólo escondía tu nombre.
Se tropezó con mi cuerpo
Que no hacía más que llamarte.
Se tropezó con la muerte
Que rondaba mis ojos
Después de este tratar de olvidarte.

Formé con tus recuerdos
Un otoño de silencios
Un sonido lejano de hojas
Que me invade
Desde hace siglos
Voces y voces de milenios
Enterradas en la tumba de mi boca.

Sonaron murmullos que me sabían a gritos
Algo así como un llanto ahogado.
Nada más. La noche entera y nada más.
El frío se apoderaba de mi sangre
Y un glaciar de nombres viejos
Destrozaban mi carne.
Inundaba mis labios
De mar y de llanto
De sal y sangre.

Las estrellas abrían la noche
Y un concierto de dolor
Era todo lo que había.
Ninguna esperanza
Busqué debajo de la tierra
Y sólo había huesos.
Escombros.
Nombres enterrados.
Murmullos olvidados.
Secretos de historias raídas.
Sonidos de muchos ayeres.
Mas no te encontré.

El titilar de un columpio
Se oía a lo lejos.
Algo parecido a un cristal destruido
Caía a mis manos.

Otoño e invierno
Pasaron arrasando contigo
Conmigo
Conmigo.

Llévame.
No puedo seguir.
Sin embargo, no había nadie.
Soledad.

Quiero un café y tu boca.

Titubea la lluvia
En esta deriva.
Caen rosas marchitas
Caen siempre en el mismo lugar
Como despidiéndose.
Como si el adiós definitivo hubiese llegado.

Embarcación.
Cansancio
Silencio y llanto.

Así estoy
Así me siento
Mitad mar
Mitad sequía

Envuelta en este viento
En este aleteo de pájaros
Que me aturde.

Mitad agua.
Mitad desierto.

Se borran las posibilidades de inundación.
Posible embarcación
Aullando en las velas del vacío
Resquicio de nada
Deseos de tus labios

¿Cuántas grietas has dejado aquí adentro?
¿Cuántos violines rozan mi sangre?

Agujereados mis huesos
Y la música se filtra por ellos
Cae la noche
Sangra el desierto
Las gotas del atardecer extrañan tus besos
Mis manos vacías están.
Ni poesía.
Ni silencio.

Una angustia caminando en mis sentidos
Apunto de alejarme de la sequía
Para ahogarme en lo poco que queda
En esta mitad insalvable sin tu nombre.

Las estrellas enmudecen.
Los tiempos gritan.
Ya no soy.
Ya no quedo.

Abanicos.
Un ruido de muertos que desconozco.
Manos y huesos.
Estremecida.
Camino buscando el amanecer.
Quiero un poco de azul
De verde y de estrellas.
Quiero tu abrazo
Para volver a empezar
O morirme en tus brazos.
En una embarcación que no conozca tu nombre
En un lenguaje donde no existas
En una memoria ya sin ti.

Eso también es morir.


Fran Joan Violet

jueves, 10 de febrero de 2011

letra en español Staind Tangled Up In You

Tormenta.


Hay una ausencia de ti en mi piel, tan concurrida. Tan besada por soles, que hoy anochecen.
Hay una sobredosis de ti en los recuerdos, tanto que la memoria reclama tu silencio y tu música, para desvestirse de ti y desnudarme.

Dejamos de vernos tan sólo unos instantes, instantes que son la similitud de la eternidad; y parece que la distancia ha conseguido alejarte tanto, que no logro verte en ningún lugar, sin embargo, te veo en todos, en cada uno de los espacios de mí y los ajenos. Eres el espejismo más constante que tengo. El único.

Habítame para poder existir. De lo contrario, sólo hay desierto, un gran y desolador desierto. Desierto de ti en los ojos, en la piel, en el alma, en los huesos, en la música, en la vida, en mi vida.

La tormenta eléctrica ha empezado y tus brazos no están para resguardarme. Así todo es más frío, más doloroso y más estrepitoso. Caen los rayos y los relámpagos son la única luz de esta noche.

Hay algo en la lluvia que me fascina, un idioma indescriptible que me seduce, es como si fuera parte de mí o más bien, yo parte de ella. Pero esta noche sin tus ojos, se humedece mi alma, antes que mi cuerpo.

Quisiera estuvieses aquí, incluso caminaría sin sentir miedo, ni nostalgia, ni reclamos, ni vacío. Si tú estás aquí, todo puede derrumbarse y yo seguiré de pie. Pero si no estás, el mundo puede estrenar todas sus alegrías, y nada importa.

De fondo siento los truenos y la melodía de la lluvia, que parece taladrar tu ausencia a mis huesos. Pegar tus besos a un kilómetro de mí e invitarme a buscarlos, tropezaría con años de tu tristeza y no importaría con tal de verte. Nada me importaría, con tal de existir en ti. Con tal de que tú estés esta noche para mí.

domingo, 6 de febrero de 2011

Realmente desconozco el lenguaje de los muertos...

Soy una grieta envuelta en silencios
Donde rumorea un idioma de despojados, un idioma indescriptible
De arrullos, de miradas, de terciopelo
De estrellas lejanas
De horizontes
De momentos
De gritos
De respuestas que no llegan
De noches
De ti.

No sé cómo nombrarte.
Cómo traerte de vuelta al abrazo de niña.
Cómo mostrarte a la mujer.

Alguien me ha dicho que tengo tu sonrisa.
Hay tantas cosas que olvidé.
Tantas otras que jamás supe dejar de recordar.

Una cinta vieja da vueltas
Y tus ojos siempre dan la impresión de seguirme.
Aunque duela tanto la certeza de que ya no me miras.

Si pudiese elegir
Te volvería a abrazar
Buscaría en ti, la caricia de los días felices
De los días de paz cerquita de tu vida.

Tu muerte me quitó todo.
Me arrebató de los brazos
Sin siquiera preguntar
La compañía que coloreaba de soles mis ojos.

Te fuiste y en tu lugar
quedó un vacío
donde aún sangran las gotas de tu nombre.

Tus manos que me guiaban
Se llevaron el mapa
Y me quedé tan pérdida, como absorta.

No quiero hablar de lo que siguió después.
Quizás jamás lo sepas
Ya no estabas para abrazarme.
Quizás ya lo sepas.
Y el mundo estrenaría un sol para mis ojos
Al sentirte cerca
Acunando el dolor, en tu hermoso ser.

Sin embargo, no puedo.
No estás y esa es la verdad que más me duele.
Después de ti
Sólo una ráfaga de crueldad
Me cruzó los ojos
Y la vida.

Busqué tus ojos
Tu sonrisa
Tu abrazo
Pero ya era demasiado tarde.
Suena a reproche
Y quizás mucho tiempo lo ha sido…

Pero, te amo
Y jamás te olvido.
Sin embargo, reitero
realmente desconozco el lenguaje de los muertos...

A los ojos que extraño cerquita de mí, los de María, mi abuelita.

sábado, 29 de enero de 2011

Sumergida

Sumergida.
Caminante de sueños aniquilados detrás de tu nombre.

Sólo un espejo y un recuerdo.
Reflejos azules de esta noche blanca.
y el soplo vertiginoso del miedo.
Aquí adentro.
Arañando mis huesos.
Escribiendo el recorrido marchito de olvido.

Caen cenizas y pétalos.
El mar sabe a muerte.
Las rosas son la música capaz de matarme
Y salvarme.

De la misma forma que muero enredada en su perfume
Y renazco ardiendo sin saber el por qué.
El por qué de esta costumbre de respirar que tengo.

Me saben a grietas los silencios.
Me saben a un hueco imborrable y oscuro.
Ensangrentado como los nombres que caen de mi boca.

Sumergida.
Me adentro en las aguas que dejo el recuerdo.
Vivir de un recuerdo que te asesina.
Es la sentencia de haber guardado silencio.

A veces gritaría.
A veces enmudezco.
A veces.

Sumergida en mis noches.

Abandóname.
Es la única forma de vivir.
Es la única forma de morir.

Fran Joan Violet

domingo, 16 de enero de 2011

Quisiera romper todo, cortar todo, perderle el rumbo a todo, acabar con todo. Malditos sentimientos. Quisiera que el peso se fuera, que mi ilusión se marchara, que el golpe de las desilusiones se esfumara.

Vacía, pero vacía entera. No vacía adolorida, ni triste, ni cansada, ni abrumada, ni ausente, ni abismal, no melancólica, ni nostálgica, sólo vacía, completamente vacía. Pero por sobretodo sin memoria, ya no quiero acordarme.

Escombros de ti en los recuerdos que duelen, el resto soy yo. Esta imagen que no quiero. Se quebró el único espejo y ya no quisiera esforzarme -ni ilusionarme- por repararlo. Destruído. Asumir las cosas cómo son y como duelen, no como las quisiera...
Aquí no hay luz, ni una gota de esperanza siquiera. Extraño el brillo de mis ojos cuando te veían, extraño tantas cosas, pero lo que más extraño es un abrazo. Un abrazo podría salvarme aunque no hubiese ni luna, ni estrella, ni sol, ni fuego.

Estoy embriagada y ausente. Sostengo el café que me hace funcionar el alma. Aunque me reservo la duda de su existencia, siento como los clavos de la herida aún me hacen gritar. Los gritos que de nada sirvieron y se ahogaron. El alma entera envuelta en un río, en una lluvia, en un mar. El agua turbia, los secretos líquidos, pero tan sólidos, hicieron llorar a cada uno de mis desvelos. Gritar a cada uno de mis huesos.

Quisiera vivir con alguna esperanza y alguien se equivocó al señalar que el desierto de atacama es el más árido del mundo. No buscaron en la desesperanza de mi alma, en la agonía irrecuperable de tanta melancolía.

domingo, 9 de enero de 2011

Descienden los minutos
el reloj se estrella junto a los ojos anidados.
Letras de canciones
de sueños enredados
de estrellas fugaces y un único deseo...

La nieve, la lluvia, la soledad, los árboles, el silencio, mi música, tus ojos y nada.
La luna sostiene el deseo cuando la lluvia de estrellas, desgarra mi nombre.
Cae la tinta, besando el cuerpo.

Mi piel es la hoja en blanco
que espera los versos de tu poema.
Mi cuerpo es el templo del silencio
que añora tu música.
Mi alma es el acantilado
que abraza tu nombre y tus besos.

Hoy llevo una precesión de silencios
taladrada en los huesos
Llevo un rumor de sangre
un grito de amor y pechos heridos.

Saltaron los tripulantes del barco
la niebla cerró los ojos
la brújula no supo más de su norte
y me lancé al vacío.

No puedo renunciar a las rosas
El mar se repleta de pétalos
pétalos y versos
Oleadas de rosas y poemas
mientras tú tomas mis manos
olvido el naufragio
entre tus brazos...

domingo, 2 de enero de 2011


Es momento de perder los sentidos
de llorar lo que recuerda el tacto
de añorar lo que vio el viento
y sintieron las estrellas.

Intento que no se me escape el recuerdo
y la noche entierra sus garras para que la loba aúlle.

Los olores saben a sangre.
Los colores tienen la textura de la nostalgia.
Caen miles de rosas sobre el mismo lugar
Aunque en distinta zona horaria.

Dime… ¿me oyes?
¿Sientes el murmullo de llantos detrás de tu nombre?

Abrumada de nostalgias
De impotencia
Quisiera salvar del dolor de tu ausencia
Y más dueles.

No existe la forma de saber si te volveré a ver
Si te volveré a oír
No existen certezas más que dolores después de la muerte.

Lloró la noche
Gritaron a coro todas las estrellas
El dolor clisó el silencio
Y los cristales del monumento de la vida
Se fueron quebrando
De a poco
En una procesión de rezos que son súplicas
Que es un antídoto y una esperanza
En la que no creo.

Sentir una a una cada lágrima
Cada palabra que tiembla de dolor en su boca.
Su boca.
¿Cuánto dolor se clavó en su pecho?..
¿Cuánto?
El infinito existe cuando se quieren medir
Los sentimientos…

Muerte.
Tantas formas de anhelarte
Y sólo queda eso
La muerte
detrás de ella: el desconsuelo.
Los recuerdos
El llanto
El abrazo
Las ganas de retenerte
De inventarte
De tenerte.

Pronuncio tu nombre
Y miro tu foto
Aletean las velas
El fuego que quiere resucitarte

Todos queremos.

¿A quién le pregunto el por qué?
¿A quién le pido explicaciones?
¿A quién le pido que vuelvas?
¿A quién le reprocho el llevarte?
¿Alguien te llevó?
¿Estás en algún lugar que no sean recuerdos?

Bienvenido (a)

Como los primeros rayos del sol, al amanecer, medio tímidos tocando el cielo entre sus brazos... Así puede que me sienta, dispuesta a abrazarte con lo que más amo hacer, escribir.

Muchas gracias por estar aquí, entre mis sueños y desvelos.

Un abrazo,


Fran Joan Violet