Vacía, pero vacía entera. No vacía adolorida, ni triste, ni cansada, ni abrumada, ni ausente, ni abismal, no melancólica, ni nostálgica, sólo vacía, completamente vacía. Pero por sobretodo sin memoria, ya no quiero acordarme.
Escombros de ti en los recuerdos que duelen, el resto soy yo. Esta imagen que no quiero. Se quebró el único espejo y ya no quisiera esforzarme -ni ilusionarme- por repararlo. Destruído. Asumir las cosas cómo son y como duelen, no como las quisiera...
Estoy embriagada y ausente. Sostengo el café que me hace funcionar el alma. Aunque me reservo la duda de su existencia, siento como los clavos de la herida aún me hacen gritar. Los gritos que de nada sirvieron y se ahogaron. El alma entera envuelta en un río, en una lluvia, en un mar. El agua turbia, los secretos líquidos, pero tan sólidos, hicieron llorar a cada uno de mis desvelos. Gritar a cada uno de mis huesos.
Quisiera vivir con alguna esperanza y alguien se equivocó al señalar que el desierto de atacama es el más árido del mundo. No buscaron en la desesperanza de mi alma, en la agonía irrecuperable de tanta melancolía.
cuanto desearía esta asturiana volverme maga para quitarte esa pena tan grande del alma, ante esto me siento impotente, lo unico que puedo es mandarte un besin muy grande y decirte que aquí tienes una amiga para lo que tu alma necesite.
ResponderEliminarLinda! Me conmueve que quieras sanarme, es muy dulce de tu parte. Estoy bien, no te preocupes por mí. Muchas gracias por el detalle y la compañía. Un abrazo gigante,enormemente agradecida
ResponderEliminarFran
Es desoladora esta prosa poética, te deja una sensación inmensa de soledad, de desamparo, de la nada en la inmensidad de la nada.
ResponderEliminarUn beso muy grande espero que solo sea algo que escribes en un momento dado sin ir más allá, en ocasiones todos ponemos en palabras momentos extremos pero que no lo son tanto en la realidad.
Un abrazo, Anita. No te preocupes, muchas gracias por todo.
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