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sábado, 21 de agosto de 2010

En la espera de una visita, en un hospital...

Se entretejen gritos ahogados en paredes y paredes blancas.
Lloran las lágrimas que se prohíben en los tejados.
Lastimados están, hundidos y hasta perforados.
No llega ninguna carta escondiendo esperanzas.
No existen los colores en este lugar.
El blanco es el costado de todos los heridos
Como los sueños que detrás de esas llaves
No pueden entrar.
Una enfermera me prohíbe pasar
Necesito verlo! Grita mi corazón
Pero el de ella se ha clausurado,
quizá ante tanto dolor.

Todas las caras aquí gritan
Una camilla apresurada lleva
Un cuerpo que ya no sabe como respirar.
Y se aferra a una máquina
O la máquina a él, ya no sé
Nunca supe.

Mis ojos quieren huir.
Necesitan encontrarlo
Y ni siquiera hay ventanas.

Leo Neuropsiquiatría
Leo UCI
Leo palabras que me asustan
Pero no son ellas las que me golpean
Es ese aire que duele
Que parece cortar la piel
Y hasta los sueños.

Lo busco, tiene carita risueña
Tiene una sonrisa que acaricia
el más íntimo dolor.
Y me encuentro con unos ojos perdidos
Los más ausentes que no saben llorar
O que se han cansado de llover en el mar.
Me duelen
Me duele saber que si sigue viendo paredes
No ha de conocer jamás como canta el mar
Como se despide la lluvia en plena bienvenida
Como los arcoíris son el columpio de la niña
Que la privaron de jugar, pero no de soñar.
Como se aletarga el sol en tanta lejanía
Y cuando parece no poder estar más lejos
La misma lejanía que confunde sus ojos
Se vuelve noche entre los gritos que visten el silencio
Me han dicho que se llama María…
Y sólo sé eso
Un poco del dolor que me duele
Me invaden un deseo de tomarle las manos
Y mostrarle los últimos colores de hoy
Aún hay tiempo, pienso.
Y están tan lejos, y estás tan alejada.
Me sabe lastimada
Me quedo con su sabor a dolor
En la boca…
Te llaman loca
Me sabes triste, herida
Niña sueña, que corazón que sueña
Puede volar,
cruza las paredes de la tristeza
nada el mar vestido de oscuridad
para que siendo sirena
logres sonreír una vez más
una vez, de verdad.

Y ahí es donde por primera vez veo a María
No antes, ahí en Neuropsiquiatría.

Parece que puedo entrar
Me confunde un pasillo vacío
Y lo veo, tan dulce como silencioso
Dormía
Lo acurruco entre mis brazos…
Lo extrañaba, y lo extraño…
Fueron segundos, que los quise eternos.
Mientras dormía.

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Bienvenido (a)

Como los primeros rayos del sol, al amanecer, medio tímidos tocando el cielo entre sus brazos... Así puede que me sienta, dispuesta a abrazarte con lo que más amo hacer, escribir.

Muchas gracias por estar aquí, entre mis sueños y desvelos.

Un abrazo,


Fran Joan Violet