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viernes, 28 de mayo de 2010

Mi piel acunó los gritos que se refugiaron al costado azul del olvido, y lloraron una noche blanca, cuando la luna estuvo gris, y los paraguas volaron por ahí.
La lluvia podría limpiar los gritos escritos en el silencio más horrendo de mis pies... Pero parece nunca tocarlos... Aunque ellos la busquen.
No hay soledad, es una prisión con compañía.
Unos ojos grandes, unas manos frías, igual que las mías...
es lo único que tenemos en común... Aunque mis manos acaricien un puente de esperanzas,tú, jamás serás capaz de acariaciar sin matar... sin matarme...
seguirás siendo el fuego cuando la lluvia caía, la lluvia... la lluvia.
Debía salvarme del horror. Quizá no vió que una sombra caminaba con miedo entre sus brazos, con asco entre su piel... Quizá las cenizas que hay de mí, son artilugio de ella. Ella que apago el fuego de unos ojos soñadores, que hoy, hoy son tristes... y me duele, me duele la pasión olvidada, y los gritos constantes, los recuerdos en la almohadas, las torpes manos, dañándome...
Hubiese sido mejor que me hubieses asfixiado, tarde o temprano tanto frío y tanto invierno en los huesos, me ahogara y no me dejara respirar...
El otoño será mi última estación, ya tengo miedo de tanto invierno.

2 comentarios:

  1. Vuelve siempre la primavera Fran, siempre vuelve, un beso

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  2. Gracias por recordármelo...
    Un abrazoo enorme, cariños!

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Bienvenido (a)

Como los primeros rayos del sol, al amanecer, medio tímidos tocando el cielo entre sus brazos... Así puede que me sienta, dispuesta a abrazarte con lo que más amo hacer, escribir.

Muchas gracias por estar aquí, entre mis sueños y desvelos.

Un abrazo,


Fran Joan Violet